sábado, 21 de abril de 2018

La vida sin padres.

Carla y yo siempre hemos sido muy distantes desde que papá se fue. Carlota es mi madre. Recuerdo que antes, cuando era niña, papá solía llevarnos a la ciudad y solía recostarme en el asiento trasero mientras jugaba y escuchaba la algarabía de las calles por la tarde, mamá sonreía como toda una modelo mientras papá sostenía un cigarrillo con el brazo fuera de la ventanilla, y siempre, al llegar, papá abría mi puerta del coche y extendía su mano para que la tomara al bajar. Mamá era cariñosa, afectuosa conmigo y sobre todo con papá, ella cantaba canciones de "x" por la mañana y algunas veces me decía que de joven conoció a varios artistas cuando trabajaba en la cafetería del auditorio nacional aqui, en méxico, y que llegó a conocer a muchos más artistas de su época llegando incluso a almorzar con ellos en algunas. Papá por otra parte, era muy serio la mayor parte del tiempo, excepto conmigo, cuando me hablaba siempre sonreía y al llegar del trabajo me contaba una parte de su día en voz alta para que mamá lo escuchara desde la cocina, a papá le gustaba contar historias extrañas acerca de su vida, me contaba historias de fantasmas, ladrones, magos y demás villanos contra los cuales luchó alguna vez en su vida... en conclusión, ambos se amaban, ambos me amaban...

Cuando él se fue, mamá se volvió distante, solía pasar el día en su habitación mirando el coche por la ventana, miraba cada parte, observaba cada rasguño y abolladura en él, cada mancha y desperfecto hasta el más mínimo detalle, juraría que mamá podía dibujar cada parte del coche sin siquiera volver a mirarlo. Cierto día le pregunté por la partída de papá, mamá me miró con reproche, con tristeza, y jamás volví a preguntar por él, aunque no tardé en saber por qué se fue, lo cual no fue difícil ya que cuando se es un infante escuchas toda clase de conversaciones ajenas sin miramientos, siempre y cuando no sea sexo. Con el tiempo, mamá se volvió errática en casa, cosa que no pasaba fuera donde era muy lucida y amable con todos, lo mismo pasó conmigo, tuve amigas y salía muy de vez en cuando con ellas, pero al llegar a casa prendía la luz de la sala, me preparaba algo de comer, y en cuanto terminaba, me dirigía a mi habitación, hacía todo sola mientras mamá desde su habitación, de nuevo, miraba el coche de papá aparcado abajo en el patio.

La secundaria fue muy aburrida y cuando entré a la preparatoria empecé a pasar poco tiempo en casa, me iba por las mañanas y llegaba por las noches, comía fuera y lo único que hacía en casa era dormir, tenía libertad de hacer y deshacer, mamá sólo dejaba dinero en la mesa y algún recado con alguna orden o sugerencia antes de irse a trabajar. La rutina era interesante para mí, me había acostumbrado a mi madre y supongo que ella a mí.

Cuando me mude, no volví a ver a mamá, según escuché, seguía trabajando y los fines de semana se le veía bebiendo en un café cerca del metro San cosme. Nunca volvió a juntarse. Yo estuve un par de años intentando tener una relación, algunas fueron muy serias, otras se sintieron como un error, y algunas tantas como algo pasajero. Sinceramente nunca pude amar. La vida se me pasó en un abrir y cerrar de ojos, ahora estoy cerca de los treinta, rento un departamento y trabajo cerca de aquí, no hago mucho por las tardes y los fines de semana tomo clase de piano y la semana se repite.

Hace poco me llamaron, me dijeron que mamá no se había presentado al trabajo y que no se le veía en casa desde hace un mes, la persona que levantó el reporte fue la señora Vargas, la vecina de enfrente y amiga de antaño de mi madre. Ese día pedí permiso en el trabajo para ausentarme algunos dias la siguiente semana. Al llegar a casa de mamá, no había nada fuera de lugar, todo seguía tal como cuando me fui, lo único que no estaba era el auto de papá, ese día me recosté en su cama y dormí, no desperté hasta al día siguiente, tal vez por el exceso de fatiga o tal vez por algo más, pero nunca había tenido un sueño tan profundo como aquella noche...

Hoy me llegó una carta de veracruz fechada de hace cuatro dias con el nombre de mamá. En la carta estaba escrito lo siguiente:

"Como no sé tu dirección, he decidido mandar esta carta a casa para el día en que vengas.

Disculpa haberte dejado sola. Sabes, tu padre y yo teníamos tantos planes para ti, yo quería que fueras Cantante o Actriz como Lola Beltrán, y tu padre quería que estudiaras Arquitectura como tu abuelo, al final no fuiste ni lo uno ni lo otro. Me sentí orgullosa de saber que te habías graduado de la universidad, espero no te moleste pero, cuando te mudaste, fui a la universidad y pedí una copia de tu foto, la coloqué en la repisa de la sala. Me la he llevado, también el auto de tu padre, lo he reparado...

Nunca hablamos de tu padre desde que se fue, lo que pasó con tu padre ese día después de haberte dejado en la escuela, nunca quise hablar de ello, nunca le conté a nadie. Tu padre iba en la autopista y al conductor de adelante se le desinfló una llanta delantera haciendo que perdiera el control. Tu padre, al intentar evadirlo, giró a la izquierda justo enfrente de un trailer que se incorporaba desde la desviación. Murió al instante.

Estoy cansada, hija mia, estoy exahusta del silencio y he querido sincerarme contigo, soy tu madre y tengo miedo de ti, de tu rechazo, quisiera hacer tantas cosas que no hice, quisiera poder tomar de nuevo tu pequeña mano y llevarte a la escuela, darte un beso en la mejilla y despedirme de ti, quisiera haber estado para ti cuando tuvieses dudas, quisiera poder abrazarte cuando hubieses tenido un mal día, quisiera tantísimas cosas, pero ahora eres una mujer adulta, has hecho tu vida y yo no estoy en ella...

Adiós, mi niña."

Cerré la carta, la dejé en la repisa y me dirigí a su habitación. Esa noche me encerré en su habitación, me bebí las botellas de papá, tiré los muebles, rompí las fotos, tiré al suelo la ropa de ambos, azoté contra la pared todo lo que veía a mi alrededor. Me volví loca. Me sentí ultrajada ya que, como una burla, el mundo se había reído de mí y me había robado todo, por primera vez sentí una perdida, me habían robado una vida que nunca tuve, me habían robado lo que pude haber sido, me quitaron a mi padre y me apartaron de mi madre, me dejaron huérfana, y después de años me regresaron una madre dolida, arrepentida y desaparecida. No hay nada peor que sentir el peso de una vida desperdiciada, de una vida sin amor...

Al final, borracha, con los ojos hinchados, tirada en el suelo, miré la foto con mis padres, colgada en lo alto de la habitación con el cristal roto, deseando que este fuese un mal un sueño de una niña que está por despertar...